
Hay días en los que preferiría quedarme en la cama hasta las doce. Pero ya sabes, en los tiempos que corren, uno debe dar gracias por mantener ciertos horarios estables y salir corriendo a la oficina. Confieso que muchos días quisiera quedarme en casa y no quitarme el pijama hasta las cinco, retenerte a mi lado y dedicarme a contar con calma cada uno de los lunares de tu cuerpo igual que un astrónomo escudriña con delectación el firmamento. Quedarnos enredados entre las sábanas a contemplar cómo sucede la vida en otra franja horaria, en ese espacio y tiempo inhóspito donde habitualmente no podemos estar. Vivimos condenados a observar la realidad de lunes a viernes desde el mismo punto vectorial. Así que míralo por el lado positivo, o si no por el negativo, tener un trabajo fijo es estar condenado casi siempre a no poder estar en otra parte. Donde quizá sí esté la vida que soñabas.
Publicado hoy jueves 26 de Mayo de 2011 en "El Diario de Almería"
1 comentario:
Es precioso, querido.
Muasss!!!
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