Soy socio de la SGAE. El escándalo no me sorprende porque fui testigo directo de cómo cerraba hace un año su sello de distribución Factoría Autor y despidió a todos sus empleados sin pestañear y sin dar ningún tipo de explicaciones a los medios, a los socios o a los trabajadores, sólo la recurrente excusa de la crisis del mercado discográfico. Entonces pensé:" algo huele a podrido en Dinamarca". La SGAE nunca ha gozado de buena reputación ante la opinión pública, quizá por su fama de recaudador que irrumpe a cobrar por la música que suena en las peluquerías o en las bodas. Ahora varios altos cargos se enfrentan a delitos muy graves, entre otros, haber desviado 400 millones de euros. Si ha habido fraude, han perjudicado gravemente a los socios, y por consiguiente, los culpables deberán responder ante la justicia. Pero me temo que esta vez será difícil que la SGAE recupere su credibilidad.
Publicado hoy martes 5 de julio en "El Diario de Almería"
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