Butch cassidy y sundance Kid, entre otros.

A Carlos del Pazo Cámara,
por razones evidentes.


La vida es como las castañas en Otoño,
siempre huele mejor de lo que sabe.

Y hay días en los que la vida nos arrastra
nos pervierte y nos devora
y su prima hermana, la rutina,
aún nos ahoga más y más, y nos separa.

Este fenómeno provoca
que aquellos días parezcan más lejanos.
Aquellos días en los que parecíamos
Sherlock y Watson,
Don Quijote y Sancho Panza,
C3PO y R2D2,
Rosencrantz y Guildenstern,
Butch cassidy y sundance Kid
Jay y Bob el Silencioso
Lennon y McCartney
Banner y flappy
Martin Riggs y Murtaug
El "gafas" y el "peluca"
Starsky y Hutch
El gordo y el flaco

Como ellos, hemos vivido muchas aventuras
quizá no en una galaxia muy lejana,
aunque alguna vez me has tenido que descolgar
de algún molino de viento,
que yo creía que eran gigantes,
hemos estado inmersos en alguna escabechina,
hemos disfrutado de tantos y tantos conciertos...
los bares, las mujeres,
el no querer volver aún a casa
una victoria más
en lugar
de una retirada a tiempo.

A veces miro hacia atrás
mientras me digo: "Hay que mirar hacia delante",
y recuerdo aquellos días de serenata en el salón
antes de algún concierto,
mostrándote un tema nuevo
a ti el primero,
tortilla de patatas, ensalada y "deuvedé"
de alguna españolada chunga
que nos dejaba traspuestos en el sofá
ese sofá de la calle Hiniesta.

Y en estos días de fluorescente y oficina
de frío de aire acondicionado
me acuerdo de nuestra amistad
del "macho, que ya no nos vemos"
de la soledad, de los buenos tiempos
de tu apoyo en los malos ratos
de mis deudas,
de lamerme como un lobo las heridas,
del paso del tiempo que es un veneno.
Por agachar la vista y mirar al suelo.
Por las veces que no te digo, Charly,
joder,
no sabes cuanto te echo de menos.