Los domingos por la noche cuando regreso
esos fines de semana que estás conmigo
noto la tensión de mis lumbares,
ese dolor agudo en mi espalda.
Quizá sea porque a veces cuando paseamos
la caminata se te hace eterna, larga,
y te cojo en brazos o te subo a hombros
para hacerte el recorrido llevadero.
Y vamos riéndonos del mundo y hablando
y tu me tocas con las manos la cabeza.
El caso es que cuando me voy a acostar
con la certeza de que esa noche tampoco dormirás en casa
el dolor de espalda es sólo una parodia
del dolor que me atraviesa el alma.
2 comentarios:
...me duele la espalda de ganas de llevarte a cuestas...
Qué bonito poema, amigo.
¡Sigue así!
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