De las cuatro estaciones del año sin duda la más cruel y despiadada de todas es el verano. Y no lo digo sólo por el calor que ya es bastante tortura, sino por todas esas cosas que le son ya inherentes y están relacionadas con esta terrible época estival: la canción del verano, los suspensos o los primeros amores. El verano se asocia a lo fugaz y lo transitorio, la canción del verano sólo dura un verano y suele ser la canción más infame y que más suena en la radio. O en las terracitas. O en el infierno. Aquellos que como yo fueron malos estudiantes odiamos el verano porque nos recuerda a los viejos tiempos que pasamos encarcelados estudiando en julio y en agosto delante de un ventilador, escuchando un rumor macabro de risas y piscinas. Y en cuanto al amor de verano, no vuelve, es mejor no esperar sentado. Así que por mí podéis quedároslo. Quizá por eso nací justo al final de un verano.
Publicado hoy martes 28 de junio de 2011 en "El Diario de Almería".
1 comentario:
Deberíamos vivir más como perros y menos como humanos. ¡Vivir el presente! Ese es el truco.
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