Tal día como el de hoy, a las 7:35 horas esperaba la muerte en la estación, puntual como un reloj, baje corriendo del vagón esperando no perder el tren que me llevaba al trabajo en Getafe. A toda prisa bajé las escaleras del intercambiador, vi un haz de luz gigante, amenazante, horripilante, acompañado de un ruido ensordecedor, rodé por las escaleras y caí al suelo, abrí los ojos, y no sentía dolor, pero sí sabia que aquello me había desgarrado parte de mi alma para siempre. El miedo me paralizó por completo pero mis gritos de terror y de miedo se transformaron en rabia, me encolericé como nunca lo había hecho. Entonces me levanté y dimensioné la situación, todo era caos, gente corriendo por los pasillos que aplastaba a otras personas, otras paralizadas y otras en las que ya solo quedaba su cuerpo, sin pensar y sin ser consciente del peligro de la situación. Empecé a auxiliar a todo el que pude, a levantar a los caídos, a utilizar todas mis fuerzas hasta el limite del dolor, sentí que perdía la circulación en uno de mis brazos, y era una chica que se me agarro fuertemente como un clavo ardiendo, buscando auxilio. Perdí la cuenta de la gente que socorrí como pude, cuanto mas estaba consiguiendo con mi ayuda, otra luz estallé de otro vagón, más fuerte, más cerca, arrasando todo lo que estaba a su paso, entonces sabía que había perdido la batalla, y comencé a correr como nunca lo había hecho, levantando gente a mi paso para no ser aplastada por la muchedumbre, ya veía la luz fuera de la estación, el olor a humo, el olor a oscuridad lo deja a atrás, las escaleras mecánicas estaban apagadas, y las subía ya sin aliento, hasta la exasperación, al salir seguía corriendo para olvidarlo todo, acelerando más y más, hasta caer destrozado a las puertas del Parque del Retiro, buscando mi alma desequilibrada por dentro, buscando en mi interior que la llama de mi vida seguía ardiendo, buscando que estaba vivo.
Luis María Cuesta
Le he "birlado" a mi hermano esta Nota que publicó anoche en Facebook, y sin su permiso, para eso es mi hermano, la he corregido un poco y la he publicado en el Blog. Creo que merece la pena ser leída por más gente, por la memoria de los que padecieron aquel día terrible.
Mi hermano estaba allí aquel trágico día, muy cerca de la Zona Cero de Madrid, pero a salvo, pude escuchar su voz después de la noticia para saber que estaba a salvo al otro lado del hilo telefónico, bien a pesar de la desolación interior que estaba padeciendo. Muchos otros no pudieron descolgar el teléfono. Nunca lo olvidaremos.
4 comentarios:
En la memoria colectiva siempre nos quedará esa huella de dolor y de rabia. En otros, por desgracia, sus propias cicatrices y os tristes recuerdas de la pérdida de un ser querido. Bello gesto de recuerdo el tuyo y emocionante relato a raíz de la traumática experiencia de tu hermano.
Abrazos y solidaridad con las víctimas.
http://riografia.blogspot.com/2009/09/resplandores-de-ausencia.html
Las noticias de aquel día fueron desgarradoras, como lo son las que nos han ido contando y recontando la tragedia. Ahora bien, los relatos de la gente que vivió aquello, como éste de tu hermano, nos arrañan el alma hasta hacernos sangrar de pena.
Gracias por compartirlo.
Joder, Manuel....por un momento pensé que era tuya, pero de igual modo, me ha puesto los vellos tan de punta como aquel día, en el trabajo, escuchando a cuentagotas, pegados a la radio como nuestros abuelos en la época de la guerra, intentando adentrarnos por el receptor y las ondas, hasta el centro de la noticia, y desahogar la angustia que nos producía lo que estábamos escuchando. Mi sobrino, cogía el tren en Atocha, pero más tarde afortunadamente. Yo pensaba escribir algo en mi blog...pero después de esto, que decir¡¡¡¡ todo un cúmulo de sentimientos revuelven mis entrañas y me devuelven tantas imágenes y tantos recuerdos, que sería imposible mejorar esta nota.
Malditos aquellos que con su odio hacen sacar nuestra rabia y con sus actos destrozan nuestras vidas.
Vaya pedazo de nota.
Publicar un comentario